Desde que el arte
conquistó mi corazón, aprendí a invocar a las musas y a los ángeles que se esconden en la belleza de las cosas. Ellos abren de par en par las puertas del sentimiento y avivan la chispa de
la inspiración. Comparto esta emoción con el espectador que contempla mi obra, dejándose contemplar por ella. Tras cada mirada, la magia del arte convoca un encuentro en territorios desconocidos
del alma.
Este puñado de
chiquillos de papel, bronce y acuarela, juega a tender puentes a través de la poesía...
Lola Catalá